AMOR hasta el
final de los días…
¡Qué bonita te
ves esta noche! Le dice George a su esposa que no tiene curvas y mucho menos
piel lisa aunque sí cabello blanco. Ambos son ya ancianos.
Cuando para muchos pareciera una etapa muy pero muy lejana y
desconocida, Michael Haneke nos recuerda, en su más reciente filme, “Amour”
(2012), la existencia de esa última fase de la vida que es la vejez.
En el ocaso de la vida, ya no sólo por enfermedad alguna, la
mente se trastorna y las extremidades se mueven con dificultad por el desgaste
natural de los años. Así el director austriaco nos presenta escenas de tal
lentitud como insistiéndonos en la misma lentitud en que se torna la vida
durante la senectud.
El tiempo, el tiempo no es igual siendo jóvenes. El tiempo,
el tiempo es eterno al latir tu corazón con mayor dificultad, cuando por la
inactividad involuntaria, tu cuerpo poco capaz, te obliga a mirar con más
fuerza las manecillas del reloj y esperar que su tic tac anuncie la llegada de
la noche o del día.
Largos, muy laaargos días transcurren cuando tienes que
apoyarte en un bastón y mirar el final de un pasillo que alguna vez recorriste
para alcanzar con velocidad a tu pequeño hijo en sus primeros años.
Y la vida empieza y casi termina por igual. Al inicio tus
ojos se abren y tu boca también, los primeros para descubrir y conocer el mundo;
los segundos, para pronunciarlo, expresarlo y probarlo, sentir. Das tus primeros
pasos y luego hasta aprendes a bailar con ellos.
En la noche de la vida es similar, sin embargo los procesos
van en retroceso. Buscas ver para reconocer tu alrededor, buscas pronunciar
palabras de nuevo, para recordar su significado algunas veces con éxito, otras,
simplemente desaparecen como hojas al viento; buscas volver a caminar pero
ahora dependerás de un inseparable báculo para hacerlo.
Cuando el sol está por despedirse, lo más triste es que mañana
no volverá a amanecer igual. Sólo tu espíritu, sólo tu alma podrá hacerlo porque
en el exterior, la disminución de la claridad será imparable hasta encontrarnos
de frente con la noche más oscura.
Con estas y varias reflexiones más nos deja Michael Haneke al
tocar el tema del ocaso de la vida a través de la historia de una una pareja de
ancianos que sobrevella el peso de los años, ella con una enfermadad
progresiva, él con el irremediable correr del tiempo en su cuerpo. Anne, la esposa, sufre una parálisis que
poco a poco invade más partes de su cuerpo y se resiste a luchar pero sobre
todo, a dejarse ver por los demás, no soporta ser una carga para George, su
esposo. Sin embargo, él muy paciente y amoroso la cuida aunque sufre junto a
ella su dolor de verla consumirse y casi desaparecer.
Anne sufre dos infartos al corazón. El primero la
semiparaliza, el segundo la deja casi totalmente inmóvil, sin siquiera poder
hablar, sólo balbucear.
George para atenderla en su fase más crítica se apoya en el
servicio de enfermeras, su hija vive lejos y no representa ningún apoyo para
ambos. Cada vez que los visita cuestiona las decisiones de su padre y llora sin
parar al ver a su madre consumida. A veces los hijos se olvidan muy fácil de
quienes les dan la vida, pareciera el caso de su hija única Eva, llamada como
el personaje bíblico que desobedece a su creador. Sin embargo, es muy difícil
juzgar a este personaje pues no se ahonda más en ella, sólo se muestran sus
visitas esporádicas y al parecer un superficial afecto.
En la película la vejez no sólo se reafirma con el lento
paso del tiempo e imágenes, sino con otros sucesos como cuando la anciana
pareja recibe la invitación a funerales de sus amigos. Seguramente antes fueron
invitaciones a bautizos y, ahora, sólo son velorios.
La vida cambia, el tiempo transforma, los momentos bien
vividos nunca se olvidan y te ayudan a caminar mejor hacia el final. Así George
y Anne miran y disfrutan su albúm de fotos. Así él y ella pasan las horas
juntos leyendo y platicando, nunca, aunque se vivieran cien años junto a
alguien, nunca terminas de conocerle.
Cuando el estado de salud de Anne empeora, George la atiende
mientras ella se queja. Toma su mano tiernamente y mientras Anne gime, balbuceando
un “me duele”, él le cuenta una historia de su infancia. Poco a poco, Anne deja
de quejarse y atiende al relato de su esposo. Le platica cómo sufrió durante un
campamento de verano una infección estomacal y que sólo quería ver a su madre.
¡Ma…má! ¡Ma-má! Es la palabra constante de Anne en su
crítico estado.
Tal vez por eso, al término de este relato, él completamente
decidido, toma una almohada y le roba la vida a su esposa. Ella muere. Él la “mata”.
Una paloma entra a la ventana días posteriores y George le
cuenta a Anne en una carta que la liberó. ¿A la paloma, a él o a su esposa?
¿Hasta dónde podrá juzgarse un acto como éste cometido por amor? ¿Es eutanasia?
¿Hasta dónde se puede aguantar ver el sufrimiento de quien más amas?
George no pudo soportar más sufrimiento de Anne pero tampoco
lo que había hecho ¿o el estar lejos de ella lo lleva a tomar su última
decisión para reencontrarse con Anne? George se quita la vida.
No había mucho más qué vivir para dos personas mayores a los
90 años ¿será? ¿es tiempo extra vivir después de los 80 años?
Y el título de la película al final de esta historia resuena: Amor.
Esa simple y difícil palabra, concepto, sentimiento…A-M-O-R es el que persiste
a pesar de llevar puesto tu traje más arrugado. George no pudo estar lejos de
ella y la fue a buscar al más allá.
Derechos reservados, marzo 2013. Alejandra Hidalgo Aguilar
Director: Michael
Haneke
Writer: Michael
Haneke (screenplay)
Stars: Jean-Louis
Trintignant, Emmanuelle
Riva, Isabelle
Huppert | See full cast and crew. Premio Óscar 2012 a
la mejor película y nominación a la mejor actriz.
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