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jueves, 14 de abril de 2011

Reflexiones sobre mi México (testigo de violencia)

Cuando era niña, le temía a la vida violenta que decían se vivía en el D.F. Visitaba a mis familiares ahí y mi abuelita me decía: "si sales a la calle no lleves aretes, pulseras, nada que pueda ser ocasión de tentación para un delincuente." Ella sufrió un jalón y nada más, gracias a Dios, cuando iba en un minibus. Le arrancaron una cadenita.


Luego fui adolescente y la violencia más referida en mi país era la de Chiapas. "No vayas por allá porque los zapatistas están bravos y está el ejército", te decían.


Seguí creciendo y la violencia que vi a través de la televisión fue el asesinato de un candidato presidencial y de funcionarios públicos con el llamado caso Ruiz Massieu. Recuerdo también la transmisión del caso de los campesinos de "Acteal".

Llegué a la preparatoria y la violencia ya no era en mi país sino en Irak.


Me titulé, empecé a trabajar y fui testigo televisivo del horrible ataque terrorista a Nueva York. Al mismo tiempo escuché casos aislados en mi ciudad de asesinatos pasionales o de personas con graves problemas psicológicos, pero hasta allá. La violencia volvió al exterior: Bush contra Husein, Bush contra los talibanes. Bush contra gente inocente. La violencia de Estados Unidos me indignaba una y otra vez.


Hoy que soy toda una profesionista miro a la violencia lamentablemente muy de cerca y por fortuna todavía en la tele. La guerra contra el Narcotráfico ha superado todo lo que había visto, oído o escuchado en mi país. Todavía hace muy pocos años en Mérida se vivió el pánico por el brutal asesinato en Chichí Suárez.


Hoy en internet, amigos del facebook cuentan sus experiencias cerca de la violencia en Monterrey, Tamaulipas, Ciudad del Carmen o QuintanaRoo: "me acababa de quitar de esa plaza cuando vino el tiroteo", han escrito algunos.

Ojalá esto pueda acabar pronto. Ruego porque nuestros niños puedan crecer en un México en paz. Que acabe el miedo y la sangre salpicada de los noticieros. Que acabe la politiquería corrupta que solo alimenta la delincuencia organizada. Que pueda volver a dormir tranquila, que desaparezca el miedo que te quita la libertad. Que las lágrimas por los seres perdidos se sequen para siempre sobre una tierra que hoy brinde frutos de amor y no de odio y sentimientos de venganza e impotencia.


Quiero a mi México en paz.

Y sé que no es deseo personal sino colectivo.


En nuestro día a día todos podemos eliminar un poco de violencia.

La forma en que le hablas a tu prójimo, la manera en que regañas a tus hijos,

el momento de negarse a dar mordida...y muchas acciones más.

Pareciera que no pero no sólo es responsabilidad de los otros. También nosotros

podemos evitar un futuro con más violencia.


También está en nuestras manos.

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